Abriendo el Canal de Panamá

por Michael Roberts

Traducción de Luis Cortés

La filtración de los llamados Panama Papers ha puesto la nota del disgusto popular entre los pichones de la élite mundial de super-ricos. Naturalmente, los pichones se pueden ir volando.

Los Panama Papers contienen 11,5 millones de documentos confidenciales que proporcionan información detallada sobre más de 214.000 empresas offshore enumeradas por Mossack Fonseca, proveedor de servicios corporativos panameño, incluyendo la identidad de los accionistas y de los administradores de las sociedades.

Una fuente anónima, con el seudónimo de «John Doe», ha estado facilitando los documentos por lotes al diario alemán Süddeutsche Zeitung, desde comienzos de 2015. La información registra transacciones que datan desde la década de 1970, y llega incluso hasta los 2,6 terabytes de datos. Dada la magnitud de la fuga, el periódico contó con la ayuda del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, que distribuyó los documentos para la investigación y análisis entre unos 400 periodistas en 107 organizaciones de medios de comunicación en 76 países.

Los bufetes de abogados generalmente juegan un papel central en las operaciones financieras offshore. Mossack Fonseca, el bufete de abogados de Panamá cuyo trabajo se filtró en los Panama Papers, es uno de los más grandes en el negocio. Los servicios que otorgan a sus clientes incluyen la incorporación y manejo de empresas fantasmas en jurisdicciones amigables, a su nombre. Estas operaciones pueden incluir la creación de estructuras complejas de empresas fantasma que, aunque legales, permiten a sus clientes operar tras una impenetrable pared de secretismo. Los documentos filtrados detallan algunas de sus intrincadas y multinacionales estructuras corporativas, en sus muchos niveles. Mossack Fonseca ha actuado a nombre de más de 300.000 empresas, la mayoría de ellas registrados en centros financieros que son territorios británicos de ultramar. La firma trabaja con las instituciones financieras más grandes del mundo, incluyendo Deutsche Bank, HSBC, Société Générale, Credit Suisse, UBS, Commerzbank y Nordea.

Los documentos muestran cómo los individuos ricos, incluidos funcionarios públicos, esconden sus platas del escrutinio público. Los documentos identifican, al menos, a cinco jefes de Estado o de gobierno en ejercicio haciendo esto: el de Argentina, Islandia, Arabia Saudita, Ucrania y los Emiratos Árabes Unidos; así como también a funcionarios públicos, parientes cercanos y allegados de varios jefes de gobierno de más de otros cuarenta países. Las Islas Vírgenes Británicas son el hogar de prácticamente la mitad de estas empresas.

Los periodistas encontraron que algunas de las empresas fantasma pueden haber sido utilizadas para realizar actividades ilícitas, incluyendo el fraude, el tráfico de drogas y la evasión de impuestos. Igor Angelini, jefe del Grupo Inteligencia Financiera de la Europol, comentó recientemente que las empresas fantasma utilizadas para este propósito «juegan un importante papel en las actividades de lavado de dinero a gran escala», y también en la corrupción: a menudo son un medio para «transferir dineros de soborno». La Red para la Justicia Fiscal dice de Panamá que es uno de los paraísos fiscales más antiguos y conocidos en las Américas, «destinatario del dinero de la droga de América Latina, además de muchas otras fuentes de dinero sucio de los EE.UU. y de otros lugares»

Lo más sorprendente de los Panama Papers no es la más que probable criminalidad o el lavado de dinero, sino el hecho de que sea legal. Es legal en la mayoría de los países tener una cuenta offshore para una sociedad o grupo empresarial, siempre que los directores no sean «residentes» en el país en el que se tengan que pagar los impuestos. La empresa puede estar sujeta a impuestos locales, pero éstos son mínimos o inexistentes. Por tanto, si usted maneja un fondo, éste se encuentra inscrito en Panamá o en Luxemburgo, y todos los ingresos entran en esa sociedad –incluso si fueron generados en su país–, puede no pagar impuestos en casa. Por supuesto, si toma el dinero y lo pone en su cuenta bancaria en casa, usted estaría supuestamente sujeto al impuesto. Pero para evitar esto, lo puede dejar offshore hasta que se jubile en el extranjero, etc., o lo puede usar para comprar propiedades raíces o diamantes en el extranjero.

Según el diario inglés The Guardian, «más de £170 billones de propiedad inglesa hoy se mantienen en el extranjero. […] Cerca de una de cada diez de las 31.000 empresas en paraísos fiscales que poseen propiedades británicas están vinculadas a Mossack Fonseca». Las compras de propiedades británicas por un valor de más de £180 millones fueron investigadas durante el 2015, pues probablemente son producto de la corrupción –casi todas compradas a través de sociedades offshore– según los datos obtenidos del Registro de Propiedad inglés por el sitio Private Eye.

Los territorios británicos de ultramar, como las Islas Vírgenes Británicas o Jersey, funcionan para estos fines y son la principal fuente de ingresos para estas islas. En los EE.UU., los estadounidenses pueden establecer una compañía offshore en Delaware o en estados como Nevada –ni siquiera tienen que ir a Panamá. Dos tercios de las compras fueron hechas por empresas registradas en cuatro territorios británicos de ultramar y dependencias de la corona que funcionan como paraísos fiscales –Jersey, Guernsey, Isla de Man y las Islas Vírgenes Británicas (BVI).

Los territorios británicos de ultramar juegan un papel importante en el rol que el imperialismo británico ha desarrollado como centro financiero global y el conducto para los flujos internacionales de capital (ver mi post). A estas antiguas colonias en el Caribe se les “animaba” para desarrollar una industria de servicios financieros, al permitir que las ex colonias se beneficiaran de acuerdos tributarios con el Reino Unido (ingresando de esta manera al sistema financiero mundial), mientras hacían sus propios arreglos en cuanto a tributación local y empresas fantasmas offshore.

Como ya he señalado antes, las grandes empresas internacionales con muchas operaciones pueden arreglar sus obligaciones fiscales en todo el mundo para lograr la menor carga fiscal a través de sociedades especiales establecidas en estos paraísos fiscales. Barclays tiene 30 o más de tales “empresas fantasmas” para evitar pagar impuestos. En su libro devastador Las Islas del Tesoro, los paraísos fiscales y los hombres que se robaron el mundo (Treasure Islands, tax heavens and the men who stole the world), Nicholas Shaxson expone el funcionamiento de todos estos métodos de evasión de impuestos globales de las grandes corporaciones, y cómo los gobiernos están confabulados con ellas o lo permiten.

Hay tres maneras de que alguien (persona o empresa) pueda disminuir sus impuestos o no pagar ninguno en absoluto. Pueden mentir sobre sus ingresos (evasión de impuestos); pueden emplear pilas de contadores para llegar a esquemas que están diseñados para el solo propósito de evitar pagar impuestos (evasión fiscal); o simplemente pueden negarse a pagar (incumplimiento tributario).

Uno de los casos más notorios de negativa a pagar impuestos que se deben en virtud de la ley fue el de la empresa de telefonía móvil mundial, Vodafone. La empresa debía al gobierno del Reino Unido, bajo la actual legislación fiscal, 6 billones de libras en impuestos, porque había sacado ganancias a través de una subsidiaria ubicada en un paraíso fiscal (registrado en Luxemburgo), simplemente para evitar el pago de impuestos al Reino Unido. La ley era clara, y el gobierno del Reino Unido persiguió a la compañía por el dinero, pero en el último momento, el oficial tributario del Reino Unido que llevaba el caso hizo un acuerdo secreto con Vodafone para que la empresa pagara solo 1,2 billones de libras en cinco años. La razón que se dio para la operación fue que era un “buen acuerdo de pago en efectivo”. Pero eso ocurrió solamente porque Vodafone estuvo luchando cada momento del juicio para evitar una acuerdo (a pesar de que estaba a punto de perder).

¿Cuántos de nosotros podríamos conseguir a un acuerdo así si nos negáramos a pagar un impuestos vencido? Sin embargo, hay 190 disputas similares en curso con empresas inglesas que han puesto sus ganancias en paraísos fiscales para evitar pagar. Y estas empresas ahora están utilizando el precedente de Vodafone como una razón para rehusar el pago completo de sus deudas.

De acuerdo con la Red para la Justicia Fiscal, alrededor de 25 billones de libras se pierden a través de mecanismos de evasión de impuestos en el Reino Unido, mientras que hasta 70 billones se pierden por evasión fiscal de grandes empresas e individuos ricos. También, debido a la falta de personal en asuntos tributarios, otros 26 billones no son recolectados. Estos 120 billones de libras serían más que suficiente para evitar los enormes recortes en el gasto público y los impuestos adicionales en hogares medios implementados por el gobierno del Reino Unido, con los que afirma que estamos “todos juntos en esto”.

La ironía podrida de todo esto es que las mismas personas organizando este tipo de estafas tributaria en las empresas de contabilidad consiguen trabajo en los departamentos de recaudación de impuestos, ¡para perseguir a los evasores de impuestos! Edward Troup, el jefe de Hacienda y Aduanas del Reino Unido (HMRC), el departamento gubernamental que supervisa una investigación de 10 millones de libras en los Panama Papers, fue socio del bufete de abogados Simmons & Simmons, que actuó por Blairmore Holdings y otras compañías offshore nombradas en los documentos filtrados, cuando la empresa tenía contactos con Mossack Fonseca.

Troup, quien describió los impuestos como «extorsión legalizada» en un artículo periodístico de 1999, construyó una carrera asesorando a empresas sobre cómo reducir sus imposiciones antes de salir de Simmons & Simmons para unirse a la función pública en 2004. Mientras trabajaba en Londres, Troup dirigió la oposición contra las reformas propuestas por el entonces primer ministro británico, Gordon Brown, para frenar la evasión fiscal corporativa en 1999, publicando una nota de prensa titulada: «Los abogados de Londres llaman al gobierno a retirar las propuestas para hacer frente a la evasión de impuestos». Criticó las leyes propuestas por dar poderes «amplios” a la Agencia Tributaria.

Por supuesto, los recortes de impuestos para las corporaciones y los ricos, junto con aumentos de impuestos a las familias y los pobres no se limitan al Reino Unido. Investigadores del Fondo Monetario Internacional (FMI) estimaron que en julio de 2015 los movimientos de las ganancias realizados por las compañías multinacionales cuestan alrededor de 213 billones de dólares al año a los países en desarrollo, casi el 2% de su PIB. La Red para la Justicia Fiscal estima que la élite global tiene el control de entre 21 a 32 trillones de dólares en activos que no han tributado.

Thomas Piketty ha señalado que, en 2014, la investigación LuxLeaks reveló que las multinacionales casi no pagan impuestos en Europa, gracias a sus filiales en Luxemburgo. Piketty indica que en muchas zonas del mundo, las mayores fortunas han seguido creciendo desde 2008 mucho más rápidamente que el tamaño de la economía, en parte porque pagan menos impuestos que los demás. En Francia, en 2013, un jóven ministro para el presupuesto con explicó tranquilamente que no tenía cuentas en Suiza, sin temor a que su ministerio pudiese encontrar información sobre él. Finalmente, fueron necesarios periodistas para revelar la verdad.

Un colega económico de Piketty, Gabriel Zucman, publicó recientemente un libro que muestra que 7,6 trillones de dólares en activos se mantenían en paraísos fiscales en el extranjero, equivalente al 8% del total de los activos financieros en el mundo. En los últimos cinco años, la cantidad de riqueza en paraísos fiscales ha aumentado más de un 25%. Nunca ha habido tanto dinero más allá de las fronteras como en la actualidad.

En EE.UU., pocas empresas grandes pagan realmente la tasa de impuesto oficial para las empresas, del 35%. Las ganancias han aumentado hasta un 21% desde 2007, mientras la recaudación total de impuestos a las empresas estadounidenses se ha reducido un 5%.

El truco más conocido son las llamadas inversiones tributarias: las empresas estadounidenses mueven sus casas matrices al exterior, evitando la recaudación fiscal mientras mantienen sus ejecutivos en Estados Unidos, logrando contratos gubernamentales, y aprovechando al máximo los beneficios públicos para sus empleados. Walgreens, que hace una cuarta parte de su dinero de Medicaid y Medicare, propuso moverse a Suiza el año pasado, sólo cambiando sus planes a raíz de una protesta pública.

Y adivinen: ¿dónde empezaron estas ‘inversiones’? ¡En Panamá! Las inversiones tributarias fueron iniciadas en 1983, cuando la empresa de construcción McDermott International cambió su dirección a Panamá para evitar el pago de más de 200 millones de dólares en impuestos. El abogado tributario que planeó el «Panama Scoot» fue inmortalizado posteriormente en una opereta realizada para sus colegas. La opereta de 13 minutos, El Lamento de Charlie, cuenta cómo el anfitrión de la fiesta, John Carroll Jr., inventó toda una categoría de evasión fiscal corporativa y la defendió con éxito en una pelea con el Servicio de Impuestos Internos. Los abogados cantaron:

“Los federales pueden estar gritando,

Pero nosotros estamos celebrando

Porque nunca vamos a pagar impuestos,

Nunca pagaremos impuestos,

No vamos a pagar impuestos, nunca más!”

Las inversiones no son la única manera de evitar a los recaudadores. Las ganancias en el extranjero de las empresas estadounidenses no se gravan hasta que sean “repatriadas”, por lo que las empresas pueden acumular ganancias en filiales o divisiones en el extranjero (Irlanda acaba de cerrar el truco de deslocalización «Irish doble» usado por Apple, Google, Twitter y Facebook). Entre 2008 y 2013, las empresas estadounidenses llevaron a cabo más de 2,1 trillones de dólares en ganancias en el extranjero, lo que es tanto como 500 billones en impuestos impagos.

Las empresas estadounidenses están haciendo billones en ganancias récord, pero 60 de las empresas más grandes del país están manejando el 40% de sus ganancias offshore en un esfuerzo por escapar de los impuestos en Estados Unidos, como revela una encuesta realizada por el Wall Street Journal. En el último presupuesto del presidente Obama para el 2016, propone que se pague por una sola vez un «peaje de transición» del 14% para los más de 2 billones de dólares en ganancias corporativas aparcados en el exterior, independientemente de si son llevados de vuelta a Estados Unidos o no. Los estimados 280 billones de dólares en ingresos fiscales serían destinados para el mejoramiento de las carreteras y la infraestructura. Este impuesto único propuesto se dirige sólo una de las diversas lagunas y maniobras que utilizan las empresas nacionales para deslocalizar sus ganancias, más allá del alcance del Servicio de Impuestos Internos del país. Y aún es posible que el Congreso pueda bloquear esta propuesta.

Aparte de la codicia, hay una muy buena razón económica para un sistema fiscal que beneficia a las empresas y los ricos, golpeando a las familias medias y a los pobres. La reducción de la carga fiscal de las empresas ha cumplido un rol importante en las estrategias para contrarrestar la caída de la rentabilidad del capital en las economías grandes. Se puede mirar, para esto, la evolución de la tasa efectiva de impuestos sobre las empresas estadounidenses en comparación con la tasa efectiva de impuestos sobre sus empleados. La tasa efectiva de impuestos mide lo que realmente se paga en comparación con los ingresos, en lugar de la tasa de impuestos nominal. Mientras que en la década de 1950 las empresas estadounidenses pagan una tasa efectiva de alrededor del 40-45% de las ganancias, en la década de 1990 esa tasa se habría reducido a un 30-35%. En la última década, se redujo aún más a menos del 25% y alcanzó un mínimo histórico en 2009 en la profundidad de la gran recesión. En su último presupuesto, el canciller británico George Osborne anunció un nuevo recorte del impuesto a las empresas a un mínimo histórico para los países del G7 de 17% para finales de este periodo parlamentario.

La tendencia es clara: las empresas están siendo gravadas cada vez menos para preservar su rentabilidad. Por el contrario, el impuesto sobre la renta efectiva de los empleados se ha mantenido bastante estable en alrededor de 35%. Menos impuestos para los capitalistas y más impuestos para los trabajadores.

Mientras que las empresas y los individuos ricos pagan menos impuestos en el país y mueven gran parte de sus ganancias a paraísos fiscales en el extranjero, el resto de nosotros hemos tenido que pagar por la pérdida de estos ingresos fiscales. A medida que la tasa efectiva del impuesto a las empresas de Estados Unidos se desplomó, los impuestos sobre la renta de los hogares eran estáticas hasta que la gran recesión llevó al desempleo y la caída de los ingresos. La media de ingreso en EE.UU. se ha reducido un 8,5% desde el año 2000.

Y la riqueza de las familias estadounidenses ha disminuido considerablemente desde el 2007, y ahora está más o menos de vuelta a donde estaba hace 24 años.

El 90% de los estadounidenses ha sufrido una pérdida de ingresos en general, mientras que las tasas de interés bajas y la relajación cuantitativa han ayudado de manera espectacular al 10% que está arriba. Si los super-ricos realmente pagaran lo que deben en impuestos, los EE.UU. tendrían mucho más dinero disponible para los servicios públicos.

¿Qué hacer? En el Reino Unido, el gobierno debe poner fin al estatus de paraíso fiscal de los territorios de ultramar. Las empresas deben pagar ahí los mismos impuestos que en el Reino Unido. Si los más pobres en estos pequeños enclaves sufren la pérdida de sus ingresos, entonces el gobierno puede compensarlos. Los gobiernos deberían llegar a un acuerdo internacional para poner fin a los paraísos fiscales como Panamá, e imponer sanciones económicas contra aquellos países que no lo hacen. Pero por encima de todo, debemos tomarnos los operadores de la evasión tribtuaria. Hay que tener bajo propiedad y control públicos a los principales bancos e instituciones financieras que dominan el mundo, que fomentan y proporcionan servicios para la élite rica y corrupta (como se revela escándalo tras escándalo). Esto proporcionaría no sólo el ingreso fiscal adicional para cubrir las necesidades reales de las personas en servicios e inversión públicas, sino que también permitiría que la banca y las finanzas fueran puestas a disposición como un servicio público, proveyendo créditos para la inversión.

Por supuesto, tales medidas recibirían la enérgica oposición de la mayoría de los gobiernos actuales y sus ricos patrocinadores, y serían ignoradas por la mayoría de los movimientos de oposición de izquierda. Pero sin tales medidas, la historia de Panamá continuará.