El dramático panorama que viven hoy los profesores y profesoras en Valparaíso y en  todo el país constituye una desoladora tragedia anunciada y sabida, que se ha ido larvando con nuevos  argumentos, nuevos cómplices, nuevos aliados que caen rendidos  a  las presiones y promesas, así como también, a las  pobres estrategias de  sobrevivir  y  salvarse solo/sola, caso a caso, o a como dé lugar. Resultado de esto, despido masivo de docentes, despido que aún no tiene cifras, despido sabido desde finales del 2015 pero que aún se mantiene en la nebulosa de cuántos y quiénes.

Desde la municipalización nada ha caminado realmente hacia el rescate y fortalecimiento  de la educación pública, nada ha caminado hacia el derecho social de la educación. Nada ha caminado  hacia  el verdadero derecho al trabajo y dignidad docente, y en estas decisiones-opciones adversas  al profesorado y la educación pública, se han alineado cada día más las visiones e intereses economicistas y de “salvataje interesado y funcional” del gobierno a las nefastas, mediocres y muchas veces corruptas gestiones municipales, cercando cada día más al profesorado, entregando  al  profesorado  como botín  para  dicha  salvación.

En  este contexto y como parte de este proceso se sitúan los actuales despidos de profesores en Valparaíso y en todo el país, denominándoles eufemísticamente  “desvinculaciones”.  La pregunta   sería  ¿qué hay de nuevo en estos  despidos masivos de  docentes? Esta oleada  de  despidos sabida desde Octubre/Noviembre del 2015,  llega blindada de viejas y necesarias justificaciones.  Revive el naturalizado argumento de la baja de matrícula, los costos de paro docente 2015, la búsqueda  de  calidad, entendida como eficiencia y eficacia.  Lo  “nuevo”:1) El impacto  del fin del copago en la educación municipal. Efecto: baja de matrícula. 2) La ley  de inclusión. Efecto: baja de matrícula para  el sector municipalizado.  3) El aterrizaje  de  la anunciada  desmunicipalización. Efecto: recursos  del Ministerio a las Corporaciones Municipales para “sanear sus cuentas”, donde “sanear” significa despido de profesores y profesoras, incluso profesores/as titulares.

Sumado a lo anterior, no  podemos  dejar  fuera  la nefasta  carrera  profesional docente,  impuesta por el gobierno y su clase política, que nada sabe de educación como derecho social.  Esta situación iniciará forzadamente un pronto movimiento del profesorado hacia un “encasillamiento y re ubicación”, que  sin duda no estará exenta de una nueva ola de despidos, esta vez amparada no sólo en la ley, sino en las “urgencias” de las Corporaciones Municipales de subirse al carro de la desmunicipalización. Para esto cuentan con un poderoso apoyo  económico del Estado que entrega recursos frescos para el mencionado saneamiento. Este nuevo traspaso más  bien apunta a finiquitar de una vez por todas la educación pública y, con ello, convertir en una frase vacía el derecho social a  la educación. El actual sistema queda en la impunidad absoluta, no hay responsabilidad  de ningún  tipo para los administradores y, nuevamente, los trabajadores y trabajadoras de la educación -en particular  los maestros  y maestras-  deben asumir  este costo. En este escenario de “viejas y nuevas justificaciones”, la Corporación Municipal mantiene el secretismo,  el retardo, y con ello la confusión respecto a los despidos. Esta es  su práctica, su táctica y estrategia.

Para explicar  la falta de  participación y organización del profesorado en este escenario, es claro  que la derrota de la  movilización contra el Proyecto de Carrera Docente hizo lo suyo; tanto más lo hizo la traición que ha vivido nuestro gremio de parte de la conducción nacional. Por otro lado, se observa la falta de propuestas para re fortalecer nuestro gremio, la  ausencia de confianza en convocar al profesorado a reunirse, a discutir colectivamente, a evaluar y proyectar nuestro quehacer en el actual escenario. Estamos ante la incapacidad de construir y resolver en forma conjunta, y esencialmente participativa, un  análisis y postura político -gremial que aborde la coyuntura y la perspectiva de un quehacer a mediano y largo plazo, como base de nuestra articulación y conducción gremial con y hacia el  conjunto del profesorado.

El actual  escenario, construido desde los nuevos proyectos dirigidos hacia la educación en Chile, marca una diferencia, un momento  cualitativamente  distinto.  Podemos  afirmar que un ciclo de lucha  termina y comienza otro. Un ciclo que requiere más participación, más protagonismo, más democracia, más trabajo político educativo-pedagógico  hacia  nosotros  mismos/as  y hacia nuestras comunidades educativas. En esta nueva etapa estamos convocados y convocadas a defenderlas, y esta defensa no puede ni debe ser de un profesorado solo, atrincherado en sus propias demandas. Por el contrario, debemos unirnos, sumar  a  estudiantes,  asistentes de la educación y apoderados por la defensa de nuestras escuelas y Liceos, y de proyectos educativos participativos. De hecho,  el proyecto  de desmunicipalización  incorpora, con mayores roles  y poderes, a otros actores al interior de la escuela (empresarios  entre otros). Sitúa a las escuelas como centro de toma de decisiones, pero desde una mirada empresarial  administrativa, no desde una mirada pedagógica y democrática de construcción de comunidades educativas de aprendizaje. La propuesta de desmunicipalización del gobierno se plantea desde una concepción administrativa: cuestiones como la descentralización,   responsabilidad (gestión de recursos, rendimientos, resultados), profundiza la categorización de escuelas eficientes e ineficientes. Finalmente, este proyecto  de desmunicipalización  contiene una pobreza intencionada respecto de lo educativo-pedagógico: no es un proyecto educativo, es un proyecto de administración, de control  y externalización de la toma de decisiones del profesorado, reduciendo al máximo su poder y capacidad docente/pedagógica.

Nuestra organización vive momentos cruciales. Debemos ser capaces de reformular  nuestra  lucha, nuestra organización, desde las experiencias, pero  buscando superar errores, limitaciones, burocracias de estructuras formales que no responden a la realidad presente. Esta mirada política busca aportar a nuestro empoderamiento desde las bases. Debemos construir un nuevo gremio desde el gremio y para nuestra clase trabajadora, más democrático, más autónomo, cuestión pendiente desde hace ya un buen tiempo, postergada por las urgencias del momento. Expresión de ello es la necesaria y casi  abandonada discusión estatutaria de nuestra organización.

Todas estas son cuestiones centrales, que deberían ser ejes de procesos de discusión permanentes y, en particular este año, del contexto eleccionario del Colegio de profesores: ¿qué organización necesitamos y queremos?, ¿Hacia dónde va nuestra organización?, ¿Qué dirigentes gremiales queremos?, ¿Qué educación queremos construir para qué sociedad? La actitud de maestras y maestros no puede seguir por el camino que nos lleva a la profundización del individualismo y la apatía. Todos y todas debemos prepararnos, fortalecer nuestros consejos gremiales, no podemos esperar en nuestras escuelas y liceos que se destruya la educación pública. No podemos quedarnos “cuidando la pega”. Lo que está en juego es el derecho a la educación y al trabajo digno de todas y todos.

Profesoras y profesores, debemos unirnos y enfrentar esta coyuntura agudizando la mirada política, los y las docentes somos sujetos políticos que no podemos estar ajenos/as a la toma de decisiones que nos está imponiendo el gobierno, a retomar la autonomía y la capacidad crítica.

A construir colectivamente la organización que queremos, porque la historia nos enseña que si estamos unidos y unidas ganaremos ésta y muchas otras luchas.

¡En Valparaíso no sobran  profesoras ni profesores!

¡Por una  lucha conjunta y organizada!

Colectivo Educar y Transformar

Valparaíso, Marzo 2016