Por Natalia Riquelme Campos, militante de La Alzada-Acción Feminista Libertaria

El año 2014 se llevaron a cabo las primeras elecciones de la Federación de Estudiantes de la Universidad Diego Portales en las que nuevas alternativas chilenas de izquierda llegaban al principal espacio de representación estudiantil de la universidad. Esta victoria no sólo prometía dar nuevos aires a la política estudiantil de la UDP, sino que también traía consigo la promesa de hablar de feminismo como lo que es: la forma de entender la vida en la que mujeres, trans, lesbianas y homosexuales merecen vivir libres de estereotipos y violencia. Así, en un inédito intento por empezar a hablar de género y sexualidad desde la federación, es que se conforma un espacio de participación abierto, horizontal, autónomo y sororal, la Vocalía de Género y Sexualidades de la FEDEP.

Debido a sus características, era esperable que en este proyecto confluyeran y se encontraran diversas opiniones sobre los temas que tocaría la VOGESEX. Luego de reuniones abiertas no sólo participaron del espacio estudiantes de base, también lo hicieron militantes de una amplia gama de organizaciones políticas. Teníamos sólo unos cuantos meses para hacer lo urgente, discutir lo pendiente y concretar la materialización formal del espacio dentro de la institución de las y los estudiantes. De esta forma, separamos en tres niveles el trabajo que realizaría la VOGESEX: instalar un feminismo disidente y clasista mediante las discusiones sobre el patriarcado como eje estructural de dominación, lograr ganadas concretas y materiales en cuando a la sexualidad y una educación no sexista para las y los estudiantes de la universidad, y generar relaciones dialécticas con las organizaciones de representación estudiantiles y de trabajadores. Finalmente, la mayor parte de nuestros esfuerzos estuvieron volcados a la discusión, formación y autoformación que tenía como objetivo empoderarnos y liberar de prejuicios el feminismo desde el que luchamos.

Pero sin duda la mayor lección que nos deja el haber participado de la VOGESEX es el de construir una nueva y revolucionaria forma de hacer política; una política en donde las participantes de ella dejaban tras la puerta los intereses de sus militancias si las tenían, en donde no posicionábamos nuestras posturas sino que aprendíamos con genuina humildad las unas de las otras, en donde lo que importaba realmente era hacer feminismo. No buscábamos llegar a consensos sino crear en conjunto. Fue tomando fuerza un diálogo personal y honesto en donde no sólo respetábamos la opinión de las demás, la comprendíamos y abrazábamos desde lo cotidiano de la violencia que vivimos como mujeres y disidentes sexuales. Desde esa sororidad que sólo se logra interpretando de forma crítica y política nuestras experiencias personales y las de nuestras compañeras, entendiendo la importancia y el potencial liberador del feminismo en nuestras actividades políticas y en nuestras vidas. No hubo tiempo para disputas tácticas, la recepción del feminismo en las y los estudiantes y su -hasta ese entonces subestimado- alcance social nos tenían tan ocupadas y entusiasmadas generando debate en torno a violencia de género, educación no sexista, salud sexual y reproductiva y disidencia sexual, que no nos dimos cuenta que en nuestras manos y frente a nuestros ojos estaba la praxis de una política estudiantil feminista que desde la sabiduría de la experiencia que nos brinda lo cotidiano dotaba de contenido nuestro trabajo político.

Este año seguimos organizándonos para seguir fomentando la discusión horizontal entre corrientes feministas revolucionarias, para presentar propuestas para lograr una universidad no sexista, inclusiva y respetuosa con las diferencias, y para generar relaciones de apoyo mutuo con la federación, consejerías, centros de estudiantes y sindicatos, todo esto nuevamente desde una política más humanizada, más subjetiva y desde un conocimiento forjado por todos y todas. Porque llevar a la práctica el feminismo es justo y necesario, y porque aún queda un largo camino por delante. Hoy, entendimos que no basta sólo con reconocerse feminista; mediante la des-masculinización de la política podremos transformar nuestras relaciones interpersonales y junto con ellas, nuestro espacio de inserción, nuestro entorno y nuestra sociedad.

¡Avanzamos cuando nos organizamos!

¡Arriba las que luchan!