El presente y la crítica de la historiografía militante argentina en la primera mitad del siglo XX

Por Alejandro Montecinos C.(*)

Un soleado día del pasado mes de julio, nos entrevistamos con el Doctor y profesor en Historia por la Universidad de Buenos Aires y director de la revista académica Archivos de historia del movimiento obrero y la izquierda, Hernán Camarero, un historiador militante y de izquierda que se ha dedicado durante los últimos 25 años al desarrollo de la historiografía del mundo del trabajo, y en especial, de los diversos fenómenos de organización de la clase trabajadora argentina, que Camarero reúne en el binomio; historia del movimiento obrero e historia de la izquierda. Aquí les hacemos entrega de la primera parte de esta entrevista.

A modo de introducción

En actualidad, tanto en Chile como en Argentina, aunque con diversos ritmos y en espacios heterogéneos, con distintas amplitudes y niveles, se viene desarrollando un proceso de politización de sectores cada vez más amplios de la clase trabajadora, que puede ser datado desde los primeros años del siglo XXI hasta la fecha. Esta reemergencia de la actividad social y política de la clase de asalariados subordinados al capital, se produce tras una década de los 90 marcada por la recesión de su actividad y sus organizaciones, en la cual la misma pertinencia del concepto histórico de clase estuvo en entredicho en el marco de reconfiguraciones de la organización productiva y de los procesos laborales en el marco del desarrollo del neoliberalismo o patrón de acumulación flexible.

En un mundo del trabajo reconfigurado, la emergencia de nuevos actores sindicales y políticos, de la clase trabajadora, plantea una enorme gama de preguntas para sus “militantes” así como para la izquierda radical, varias de las cuales pueden ser abordadas desde el campo de la historia; ¿Cuáles son los aspectos de continuidad y discontinuidad del tiempo contemporáneo con el tiempo propio de la clase obrera en siglo XX? ¿Qué transformaciones han sufrido las experiencias, las subjetividades, las culturas y la política de los/as trabajadores/es? ¿Cuál es y cómo opera la trayectoria histórica de la relación clase trabajadora/izquierdas?

Estas y otras preguntas similares no deben ser solo unos hiatos de reflexión y crítica, sino que además, deben convertirse en alicientes a la reflexión e investigación militante en función de ir dotando de densidad histórica los discursos anticapitalistas contemporáneos. Pensamos que en tal sentido, el diálogo fraternal entre las historias nacionales, subsumidas en el reconocimiento de la historia del capitalismo como una historia global, puede aportar importantes herramientas para el análisis comparado, como también, para una crítica que vaya más allá de los “micro” espacios, permitiendo agudizar el análisis desde el intercambio entre enfoques, experiencias y prácticas políticas de los trabajadores/as e investigadores/as de diversos países.

El presente y la crítica de la historiografía militante argentina en la primera mitad del siglo XX.

A continuación entregamos la primera parte de la larga entrevista que hemos tenido con Hernán Camarero. El objetivo del texto que leerán a continuación es representar, de modo general, la historia e historiografía de la clase obrera, del movimiento obrero y la izquierda argentina. Nos concentraremos en la primera escuela de historiadores de la clase trabajadora en el país trasandino; la historiografía militante del movimiento obrero en la primera mitad del siglo XX.

Hernán, en tú trabajo como académico, investigador, profesor y director de una revista sobre movimiento obrero e izquierda está inscrito una historia de historiografías de la clase trabajadora ¿Cuál es el recorrido histórico -con sus especificidades narrativas y políticas- de la historiografía de la clase trabajadora y su relación con la izquierda en la argentina de la primera mitad del siglo XX?

Empezaría diciendo que lógicamente es advertible que en Argentina hay un espacio de la historia de la clase obrera, del movimiento obrero, del mundo del trabajo, que es relativamente importante en términos comparativos con lo que sucede en otros países. Es un espacio que tuvo un desarrollo importante, ya hace mucho tiempo.

Para organizarlo desde el punto de vista cronológico, primero un enunciado general: ¿Por qué es todavía importante la historia de la clase obrera, del movimiento obrero en Argentina? Y ¿Cuál es el lugar de la historia del movimiento obrero y la izquierda en la historia nacional? La respuesta más básica tiene que ver con que acá en Argentina hubo una clase obrera temprana. Esta clase obrera surgió de una manera bastante precoz a fines del siglo XIX, con una cultura y una densidad organizativa muy importante, con corrientes políticas, con partidos, con organizaciones políticas, con culturas políticas anticapitalistas o de izquierda con peso significativo, tales como el Anarquismo, el Socialismo, Sindicalismo Revolucionario, luego el Partido Comunista. También, en los 30, hubo un trotskismo bastante precoz. Posteriormente avanzado el siglo XX, el peronismo fue un gran movimiento nacional popular que obturó el desarrollo de la izquierda, porque además interactuó con la clase obrera, intentando, justamente, disputar el terreno de la izquierda, interpelando a los trabajadores, diseñando políticas de cooptación. No obstante la izquierda mantuvo algunas posiciones en la clase obrera.

En los 60, la izquierda, volvió a tener alguna incidencia, el fenómeno llamado clasismo que sobre todo se potenció con  el Cordobazo en el 69. Entonces ahí hay una nueva izquierda revolucionaria que en parte le disputó al peronismo, y bueno, luego vino la dictadura que golpeó al conjunto de la izquierda, pero otra vez la vuelta a la democracia, en 1983,  le entregó oportunidades a la izquierda, aunque la pregunta que debemos hacernos aquí es ¿A qué izquierda?… No fue la misma que las anteriores.

Buscando responder la pregunta acerca de la historia y la historiografía, en Argentina hay un desarrollo de 120-130 años de historia del movimiento obrero y de historia de las izquierdas y eso se hace sentir en el análisis historiográfico. Quiero decir, cuando tú estudias historia argentina contemporánea, no puedes obviar el peso en la Argentina de la clase obrera como actor político, y tampoco a las izquierdas, y cuando analizas fenómenos sociales, políticos, intelectuales, culturales, esa presencia está. Yo creo que eso pone límite al intento de disolver a la clase obrera como objeto de estudio en el campo historiográfico, aunque se haya intentado varias veces, donde el intento más fuerte fue en los años 80, cuando con  el regreso de la democracia hubo, en el campo historiográfico, toda una corriente que intento disolver a la clase como objeto de estudio.

Voy a comenzar con la historiografía de la clase obrera en su momento inicial y más fuerte, la primera mitad del siglo XX.  Allí es cuando se produce  el mayor desarrollo de las historias militantes, digamos, las viejas historias militantes del movimiento obrero.

Si nos fijamos bien, hay por ejemplo libros, cuatro grandes libros de historia del movimiento obrero escritas por las cuatro culturas políticas más fuertes del período; Una escrita por el socialismo, que la hizo un militante, un dirigente, que se llamó Jacinto Oddone; está la versión anarquista escrita por un gran militante e intelectual del anarquismo que se llamó Diego Abad de Santillán; luego está la versión del sindicalismo revolucionario que la escribió un destacado dirigente de esa corriente que fue Sebastián Marotta; y luego la versión comunista que la escribió un dirigente obrero llamado Rubens Íscaro.

Es decir, tenemos hasta los años 1950 esas cuatro grandes interpretaciones de la historia del movimiento obrero argentino, la versión socialista, la anarquista, la sindicalista revolucionaria y la comunista, y luego, desde ahí, se desprendieron otras varias historias, memorias, biografías, autobiografías, biografías de cuadros. Esto construyó toda una suerte de género historiográfico ¿Qué tipo de género? una historia valiosa en el aspecto descriptivo, empírico, son libros que hay que volver a leer todavía, que todavía se deben consultar si se tiene alguna duda, por ejemplo de algún conflicto, o la historia de un sindicato o una central obrera, uno recurre con provecho a ellos porque son libros bien escritos, relativamente prolijos, cuidados, entonces todavía uno puede apelar a los viejos libros de Oddone, de Marotta, de Santillán o de Íscaro.

Pero, claro, ¿Qué tipo de historia hacían? Eran historias muy institucionalistas, es decir, muchas veces se confundía la historia del movimiento obrero con la historia de sus direcciones o de sus organizaciones, cuando se hacía historia del movimiento obrero, se hacia la historia de las disputas inter-corrientes, o entre estructuras sindicales, aparecían muy poco las bases, aparecía muy poco la historia de la clase, es decir una historia social de la clase. Lógicamente no tenían por qué hacerla si eran militantes, no tenían, tampoco, la disciplina historiográfica incorporada, eran gente que quería recuperar un pasado, una memoria, pero  era un abordaje, sin duda, muy tradicional.

¿Ellos tenían estudios de algún tipo?

Se trataba de autodidactas,  cuadros obreros, pero con el rasgo de la cultura obrera en toda la primera mitad del siglo XX, con un nivel que hoy podríamos extrañar, porque la clase obrera en ese momento tenía los periódicos, «La Vanguardia», «La Internacional», «La Protesta», y salían libros completos, los obreros ejercitaban su lectura  a través de los periódicos obreros y se formaban. La cultura obrera de aquella época no era la  de ahora, los elementos de distracción eran mucho menores, la cultura de masas no tenía el desarrollo que tiene hoy, entonces la idea de instruirse, de educarse, era muy importante, y un cuadro obrero que se quería formar se podía formar. Esos primeros libros de historia obrera están bien construidos, bien elaborados, retratando todo un momento histórico. La verdad es que hasta los años 1950 la historia obrera no había entrado en la academia, no había entrado en la universidad.

¿Los autores clásicos de la historia del movimiento obrero argentino, les llaman a sus historias, “historia”?

Sí, por ejemplo, el libro de Jacinto Oddone, se llama Gremialismo proletario argentino. Por supuesto esa historia es interesante, arrancaba donde arranca los embriones de la historia de la clase obrera argentina que son en 1857, con la fundación de la primera organización gremial de Argentina que es la de los tipógrafos; la Sociedad Tipográfica Bonaerense. Entonces el libro comenzaba ahí  y luego iba rápido en las décadas del 1860 y 1870, porque ahí no pasaba mucho, y luego cuando surgen los primeros embriones de organización más robusta, las sociedades mutualistas, las sociedades de resistencia. En los años 1880 y 1890 la obra comienza a tener mayor densidad, porque ahí aparecían momentos de agrupación más fuerte; el impacto de las ideas del marxismo que traían los inmigrantes, que en el caso de la Argentina es un impacto importante de inmigrantes franceses que escapan de la represión sobre la Comuna de París, y también los alemanes, los que escapan de las leyes anti-socialistas de Bismark, que vienen a Argentina y están muy vinculados a la fundación del primer gran periódico proletario que fue el diario «El Obrero» en 1890. Entonces, bueno, el libro de Oddone cuando se acercaba a las décadas del 1880 y 1890 empezaba a tener más densidad y luego hacía un análisis muy detenido en los siguientes 50 años. El libro terminaba en 1943, con el golpe militar que colocó a Perón como director del Departamento Nacional del Trabajo y luego secretario de Trabajo y Previsión. Para Oddone, y para la visión del socialismo, eso significaba la muerte del gremialismo libre, que tiene que ver con la lectura que el Partido Socialista hace del peronismo(1) definiéndolo como una variante del fascismo, totalitario, que destruye al gremialismo libre.

Por otro lado está el libro de Sebastián Marotta, que yo creo que es el mejor, porque es el más detallado, El movimiento sindical argentino se llama. No es casual que se llame “historia del movimiento sindical”, es así porque no quiere contaminar al movimiento obrero con otras cosas. Nada de cultura, ni de bibliotecas, ni de cooperativa, sino que solo sindicatos, es un libro escrito en varios tomos. Arranca desde 1857 y llega hasta 1935. Marotta es de los sindicalistas revolucionarios que no empalman con el peronismo, aun cuando un gran  sector del movimiento sindicalista revolucionario, por su propia concepción, deriva en el peronismo, pero él no, él es parte de un núcleo duro doctrinario del sindicalismo revolucionario que dice “no, el peronismo no ha consumado nuestros sueños, es otra cosa” y se mantiene reactivo.

El libro de Santillán es el más sectario y esto no es un dato casual. Santillán no quiere hacer la historia de todo el movimiento obrero, se concentra sobretodo en el anarquismo, entonces su libro es una historia de la FORA, que es la gran organización obrera que construyeron y dirigieron los anarquistas desde 1901 en adelante. Es una historia de la FORA y de lo que él llamó el “movimiento obrero revolucionario” que llega hasta 1930.

El único que va más allá del momento de constitución del peronismo es Rubens Íscaro que hace la historia desde la perspectiva del PC. El escribe un libro que se llama Origen y desarrollo del movimiento sindical argentino a fines de los 50, y luego lo retoma en el año 1973 y lo llama Historia del movimiento sindical  y llega hasta los años 70, arrancando desde fines del siglo XIX. Es la historia que abarca un período de tiempo más amplio, aunque es la más pobre en el análisis. Rubens Íscaro fue un dirigente del gremio de los albañiles, no un cuadro proletarizado, sino un dirigente de origen obrero, no un intelectual que se hizo obrero, él forma parte de los cuadros que el PC gana en la clase en los años 1920 y 1930, gran dirigente de una de las enormes huelgas obreras de la Argentina que fue la huelga de la construcción en 1936, una huelga que duró casi 100 días que luego forma la Federación Obrera Nacional de la Construcción. Rubens era un viejo cuadro stalinista y murió en los años 80 reivindicando la Unión Soviética y la vieja cultura de Stalin.

Para finalizar ¿Cuál dirías tú que era el sentido con el cual escribían la historia del movimiento obrero estos intelectuales proletarios? ¿Un sentido educativo para la clase obrera? ¿Un sentido militante? ¿Un sentido analítico para pensar otros problemas?…  ¿Qué sentido?

Era más bien un sentido de reafirmación, un sentido de contar la historia para pasarla a las nuevas generaciones, mostrar la trama histórica, poner los eslabones para que las nuevas generaciones los retomen, haciéndolo de manera muy prolija. Escritos por y para militantes cultos, dirigentes, cuadros obreros, con un nivel de erudición, toda la erudición que podía alcanzar alguien que no formaba parte del entramado académico. Seguramente hubo algunas otras manos que los ayudaron, es decir, ahí aparece solamente la firma de esos militantes, pero seguramente hubieron otras personalidades a su lado ayudando. Por momentos algunos de los textos toman un carácter fuertemente descriptivo, es casi una transcripción de documentos y ese es el valor que tienen, se transcriben volantes, proclamas, documentos, entonces esos libros son bases de datos. Tienen errores, cuando uno se mete mucho en el tema, encuentra errores aquí y allá, pero aún hay cosas que el historiador actual solo puede reconstruir con esos libros, nombres de militantes, número de asistentes a asambleas o conflictos.

Entonces bueno, hay que tener una mirada cuidada, crítica, pero al mismo tiempo de reivindicación de lo que fue una experiencia de construcción histórica…

Notas y referencias:

(*) Historiador de la Universidad de Santiago de Chile

(1) El concepto “peronismo” suscita recurrentes debates, por lo tanto, una definición más o menos estricta del mismo, requiere de una profunda reflexión y análisis que exceden esta entrevista. Sin embargo, de un modo introductorio, el “peronismo” puede ser entendido como el movimiento político impulsado por el General Perón desde la primera mitad de la década de 1940 y devenido en una particular y heterogénea cultura política “peronista” que permeó a gran parte de las corrientes políticas argentinas desde su emergencia hasta el presente. El peronismo es un movimiento político que emerge en Argentina con el golpe militar de 1943, cuando el General Perón, a cargo de la Secretaria de Trabajo y Previsión, promueve una política que pretende instituir un modelo de relaciones laborales de consenso social e integrar a las y los trabajadores al régimen político incrementando controladamente su sindicalización y centralizando, por medio de una conducción única, los sindicatos, por medio de la configuración de importantes burocracias sindicales que debían ser afines y apoyar el proyecto de industrialización y modernización capitalista tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. A su vez, ese amplio movimiento sindical tutelado por el peronismo, fue la principal base social de apoyo del proyecto nacional peronista durante sus primeros dos mandatos. Se estableció una articulación entre gobierno peronista y clase trabajadora, esto es lo que distingue al peronismo de otros gobiernos modernizadores conducidos por militares en la historia de América Latina. Para profundizar el estudio del peronismo y su relación con los sindicatos y la clase trabajadora ver: Juan Carlos Torre (1995). El 17 de octubre de 1945. Buenos Aires: Ariel; Juan Carlos Torre (1989). “Interpretando (una vez más) los orígenes del peronismo”. En Desarrollo económico Vol 28 N112. Buenos Aires: p. 539; Peter Waldman (1986). El peronismo, 1943-1955. Buenos Aires: Hyspamerica; Daniel James (1981). “Racionalización y respuesta de la clase obrera: Contexto y limitaciones de la actividad gremial en la Argentina”. En Desarrollo económico Vol 21 N83. Buenos Aires; Daniel James (1990). Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina, 1946-1976. Buenos Aires: Sudamericana.