Para comenzar, este 8 de marzo, queremos saludar al movimiento feminista que en los últimos años ha renacido con fuerza, brindando nuevos aires y perspectivas al campo popular. Cuando se trata de transformar el mundo, lo personal también es político, y el feminismo con su crítica antipatriarcal está ahí para que no lo olvidemos.

Hoy tenemos la convicción de que es posible comenzar a transitar el camino hacia la construcción de una alternativa social y política para el conjunto del pueblo frente al bloque neoliberal. En este sentido, adquiere mayor vigencia la discusión en torno a las “estrategias de cambio” y las diversas propuestas políticas capaces de crear una nueva fuerza con la potencia histórica suficiente como para impulsar las transformaciones que urgentemente necesitamos. Frente a esta discusión hay dos preocupaciones que son premisas: la construcción de una fuerza política independiente, y la construcción de un sujeto popular autónomo, de múltiples demandas, pero parte de una misma y transversal categoría política en construcción: la multisectorialidad.

Durante el 2014 entendimos que la preocupación política de la Nueva Mayoría era implementar una serie de reformas con la finalidad de buscar modificaciones en la desprestigiada estructura política y económica del país, para así presentarse como un bloque que intenta corregir los “excesos” de las políticas neoliberales. A poco menos de un año de gobierno, la Nueva Mayoría matizó e interpretó las reformas a su manera y las adecuó a sus intereses, manoseando y desvirtuando descaradamente las demandas planteadas en la calle. Y con esta actitud ha sido incapaz de articular una respuesta sustentable al proceso social y político de fondo. Es decir, hasta la fecha el bloque en el poder ha sido incompetente para administrar el malestar social presente en lo más profundo de la clase trabajadora y los sectores populares del país. De lo que sí han sido astutamente capaces es de ganar tiempo.

Si bien los movimientos sociales han desaparecido momentáneamente de la agenda política del país, el cuadro social deteriorado sigue existiendo, el profundo malestar producto del “abuso del modelo” sigue ahí presente. Ahora, lo que se requiere es construir una utopía, una esperanza, con la certeza que una nueva forma de vida es urgente y necesaria. Toda agenda política de cambios exige la construcción de convicciones, la posibilidad cierta de modificar el trabajo, la educación, el transporte, la salud, y para ello se requiere elaborar y forjar las herramientas populares y políticas que permitan abrir un escenario social y político favorable para la edificación de un pueblo fuerte.

Nuestro proyecto para la etapa está lejos de ubicar al movimiento popular dentro del sistema político chileno. La posibilidad de generar transformaciones profundas en un escenario como el actual está fuera de la institucionalidad, nuestros empeños están en la creación de los envases políticos de masas que expresen una nueva concepción del poder, y por tanto del espacio y de la participación política.

A 25 años de esta democracia postdictatorial, de transición pactada, los enclaves autoritarios y transicionales que protegen al modelo frente a las demandas de la lucha social, no han desaparecido. Los caminos transitados, los ensayos y las propuestas sociales de cómo enfrentar al modelo, recién comienzan a configurarse y a tomar forma. La lucha multisectorial, directa, amplia y de masas es lo que se necesita construir, para superar la herencia y hegemonía pinochetista presente en el bloque neoliberal.

¡Por el Socialismo y la Libertad!
¡Arriba las y los que Luchan!