Durante el último trimestre del 2012 una convocatoria en cuyo afiche se encontraban imágenes de los precursores del sindicalismo chileno (Ernesto Miranda, Clotario Blest, Luis Emilio Recabarren, entre otros) circulaba entre los diferentes sindicatos clasistas y combativos del país. En ella se llamaba a los sindicatos de distintas ramas de producción y a variados gremios a participar en un “Congreso por un Nuevo Sindicalismo”. Entre los convocantes se encontraban el Sindicato de trabajadores de Collahuasi, la Unión Portuaria del Bío-Bío, el SINTEC, el SITECO, FETRAPES, el Sindicato Nacional Jumbo, entre varios más. No era casualidad que todas estas organizaciones convocantes estuvieran alejadas de la línea de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), ya que la necesidad de este encuentro nació a raíz de un diagnóstico crítico a la CUT frente a sus prácticas y propuestas programáticas al interior del sindicalismo chileno. La apuesta era crear las bases de un nuevo sindicalismo para el mundo de las y los trabajadores. En este artículo trataremos de realizar un breve balance de esta experiencia, que sin duda ha sido una de las más serias en lo que compete a la realidad sindical en los últimos años.

Un sábado 10 de noviembre del 2012 en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile, en Santiago, se concentraron una gran cantidad de dirigentes sindicales de distintos gremios y lugares del país. Hace años, y tal vez décadas, que no se daba la oportunidad para que distintas organizaciones sindicales tuvieran la ocasión de intercambiar ideas y construir una propuesta organizativa y programática común, para así ir forjando una nueva alternativa de sindicalismo. Para poder facilitar este debate y sacarle todo el provecho posible se redactó una carta de invitación y un documento base. La carta de invitación enunciaba el objetivo del encuentro, en medio de un contexto en el cual el PC había llegado recientemente a la presidencia de la CUT:

 “Para un amplio sector del movimiento sindical clasista, honesto y apegado a las bases, las elecciones de la CUT carecen de trascendencia y obedece a una operación política, por tanto no es un hecho menor que amplios sectores de gran importancia para la economía nacional y que sostenemos organizaciones reales y legitimadas, como portuarios, mineros, construcción, pesqueros, bancarios, etc., nos hayamos restado de participar en la dicha central o de su proceso electoral porque no existen las condiciones ni las garantías democráticas. Lo cierto es que después de años de malas prácticas, la CUT actual no es para nada un referente aglutinador, no lo fue con la concertación a la cabeza de la central, ni tampoco ahora cuando llega el Partido Comunista a la presidencia, pues lo cierto es que han sido cómplices activos hasta el día de hoy del estado de postración y malos manejos de la central.

“Hoy la izquierda de intención revolucionaria debe aprender de los errores y encauzar sus fuerzas a la construcción de un nuevo sindicalismo, que tenga como meta impulsar el poder popular hacia el socialismo. Hoy más que nunca la lucha debe estar centrada en el rearme de la clase trabajadora.“

La tarea del nuevo sindicalismo consiste en democratizar realmente y sanear los propios sindicatos, de cambiar estilos de trabajo, de transformar a fondo la relación entre bases y dirección y de promover la participación más amplia de los trabajadores en la vida sindical, construyendo con transparencia y democracia no solo la organización sino los programas particulares y transversales que aúnen fuerzas entre los trabajadores, así como conocerse en la lucha, discutir políticamente el asunto de la unidad.” (Invitación al Congreso por un Nuevo Sindicalismo, Santiago, 10 de noviembre 2012).

Es evidente que las intenciones eran bastante atrayentes y a la vez ambiciosas; criticar a la CUT, y por sobre todo, elaborar una propuesta alternativa a ésta, lo cual es una tarea de muy largo aliento, y que sabemos no se levantará de la noche a la mañana. La carta de invitación terminaba refiriéndose a la necesidad de concretar tres metas concretas durante el Congreso:

“1– La elaboración de un programa de reivindicaciones generales que permita sumar y avanzar en función de transformaciones políticas-sociales profundas que ponga por centralidad de dichos cambios a los trabajadores y trabajadoras de Chile.

 2– La elaboración de un plan de trabajo que nos permita situar los aspectos reivindicativos y tomar medidas concretas en función de dichas demandas.

 3– La construcción de una organización mínima que permita articularnos desde la base a nivel nacional.”

Estas metas eran muy pertinentes y necesarias para la articulación del sindicalismo, en donde perfectamente podrían convivir las distintas corrientes de izquierda insertas en el sindicalismo de clase a nivel nacional. Sólo faltaba la voluntad y la perseverancia de los distintos actores involucrados en el proceso.

La jornada tuvo un aparentemente éxito, ya que se aprobaron los puntos que estaban en la convocatoria constituyéndose un comité Ejecutivo y se llegó al acuerdo de establecer los estatutos que tuvo la CUT en sus comienzos, con el objetivo de restaurar la continuidad del espíritu del sindicalismo combativo de a mediados del siglo XX, pero esta vez en un nuevo contexto económico y político de la lucha de clases en Chile. Tras una extensa discusión y trabajo en grupos, se llegó a elaborar el siguiente marco reivindicativo y programático para las luchas sindicales:

“1-Nuevo Código del Trabajo con participación de los trabajadores, que reforme los aspectos fundamentales del concepto de empresa, negociación colectiva y derecho a huelga, entre otros.

 2– Salario mínimo digno, que satisfaga las necesidades básicas de los trabajadores y sus familias.

 3– Restablecimiento del Art. 7 de la Ley No 17.074, que permite el funcionamiento de las comisiones tripartitas resolutivas para negociar salarios por rama de producción.

 4-Reforma a la Ley Nº 16.744 de mutuales, accidentes laborales y enfermedades profesionales.

 5– Reforma a la Ley Nº 19.404 de trabajo pesado.

 6– Calificación del trabajo del alto riesgo como causal de jubilación anticipada.

 7– Fin al multirut.

 8– Fin del sistema de AFP, sustituyéndolo por un sistema tripartito de reparto.

 9-Renacionalizacion de los recursos naturales.

 10-Fin de la subcontratación y la tercerización de la mano de obra.

 11-Fin del lucro con los derechos sociales como la salud, la educación, la vivienda, etc. Garantizando el libre acceso de los trabajadores y sus familias.

Podemos ver claramente que esta franja activa de trabajadores y trabajadoras, y sus respectivas organizaciones sindicales lograron avanzar de manera importante en variados aspectos políticos, en medio de un debate fraterno y llegando ha acuerdos de manera democrática (con horizontalidad y discusión política). Hoy perfectamente, en un momento en que el bloque en el poder se está reacomodando, mediante la implementación de reformas parciales, se podrían poner estas demandas mínimas como banderas de lucha y elementos de unidad del sindicalismo clasista. Un sindicalismo que contemple el protagonismo de sus bases, la educación y formación de sus afiliados, espacios de evaluación y discusión sobre las actividades del sindicato, unidad y solidaridad entre las diversas organizaciones sindicales y la paralización de la producción de los servicios. Este sindicalismo que se definió en el Congreso fue la propuesta de organización y lucha para el conjunto de la clase trabajadora, la cual en el contexto actual, perfectamente podría haber ido aglutinando a cada vez más organizaciones, contribuyendo a la creación de una alternativa real y concreta en el mundo del trabajo a lo largo y ancho del país.

La propuesta orgánica de este encuentro no se desarrolló en profundidad, sin embargo, sus líneas generales fueron bastante interesantes, y por qué no, elementos que sirven para dar el debate hoy. Observemos:

 “Su estructura debe tener como objetivo unir a los trabajadores, y por tanto cubrir cada vez más a los sectores con los cuales no se ha tenido mayor relación. Para esto la base fundamental de esta estructura será la articulación regional. Aun así, se debe promover desde ya la organización por rama. Este proceso debe considerar los tiempos necesarios para discutir a nivel de base, formalizando los planteamientos y las convocatorias para que los dirigentes sindicales puedan ir a sus sindicatos a presentar las propuestas. En términos políticos, sus principios deben ser abiertamente anticapitalistas. No queremos más este sistema y eso debe estar claro desde un comienzo por medio de una declaración de principios. Orgánicamente debe tener una comunicación fluida y dar continuidad a las discusiones y espacios democráticos como reuniones ejecutivas, asambleas, plenarios, congresos, etc.” (Síntesis Congreso Nacional por un Nuevo Sindicalismo).

“Esta realidad compleja en un contexto de rearme de las y los trabajadores puede ir siendo superada si apostamos a la continuidad de una propuesta programática y organizativa, que sea unitaria y luche por el socialismo. Es tarea de la militancia revolucionaria con presencia en los sindicatos apuntar a crear las condiciones para cumplir estos objetivos más allá de todo sectarismo.”

Los conceptos e ideas que están subrayadas son elementos de discusión necesaria para ir retomando el proyecto de un nuevo sindicalismo para el mundo de las y los trabajadores a nivel nacional. Sabemos que el sindicalismo en Chile es aún bastante precario y débil, y su activo clasista y combativo todavía muy minoritario; por esta razón se hace imprescindible retomar hoy las líneas esbozadas en el Congreso. Para ello, es necesario nuevamente apuntar a la creación de un espacio de articulación con los objetivos que se plantearon en el Congreso por un Nuevo Sindicalismo realizado a fines del 2012.

Hoy es deber de los distintos dirigentes sindicales, organizaciones sindicales y de las organizaciones políticas que impulsaron este proyecto, realizar un balance crítico sobre esta experiencia y sacar las lecciones necesarias. La clase trabajadora está desprovista de una organización unitaria, anticapitalista y democrática que luche por las y los trabajadores, los niveles de sindicalización son mínimos, las condiciones políticas siguen poniendo a los sindicatos trabas por medio del Código del Trabajo y la CUT tiene lazos directos con el gobierno. Esta realidad compleja en un contexto de rearme de las y los trabajadores puede ir siendo superado si apostamos a la continuidad de una propuesta programática y organizativa, que sea unitaria y luche por el socialismo. Es tarea de la militancia revolucionaria con presencia en los sindicatos apuntar a crear las condiciones para cumplir estos objetivos más allá de todo sectarismo.

Para terminar es importante considerar el impacto que tuvo la problemática de la táctica electoral en el mundo sindical. Con las elecciones presidenciales del 2013 el sindicalismo clasista y combativo sufrió profundas divisiones, debido a que algunas fuerzas de la izquierda forzaron innecesariamente el respaldo a ciertos candidatos en varios espacios sindicales, incluidos los pertenecientes al Congreso por un Nuevo Sindicalismo. Frente a esto es importante considerar la relevancia de principios como la autonomía de clase y la independencia de los sindicatos frente a las instituciones del Estado neoliberal (parlamento y poder ejecutivo), para así no friccionar torpemente los espacios de lucha del pueblo trabajador, y apuntar hacia la necesaria unidad de las y los trabajadores mas allá de los intereses partidistas. Hoy la izquierda de intención revolucionaria debe aprender de los errores y encauzar sus fuerzas a la construcción de un nuevo sindicalismo, que tenga como meta impulsar el poder popular hacia el socialismo. Hoy más que nunca la lucha debe estar centrada en el rearme de la clase trabajadora.

por Sebastián Hernández

[publicado en la edición N°23 de Solidaridad]